El embalaje de fruta y verdura está experimentando progresos paralelos a la innovación tecnológica que se está percibiendo en otros sectores. El sector hortofrutícola, por tanto, no es ajeno a la modernización de otras industrias y aplica los avances desde el mismo packaging.
En efecto, el envasado, el cual puede estar presente desde el principio y hasta el final del ciclo de vida del producto, tiene ante el cliente dos funciones fundamentales: la de conservación del alimento y la de presentación. Respecto a sus utilidades, todavía se puede citar también, entre otras, la de facilitar el transporte y la distribución.
Pese a la crisis estructural de la economía española, no se ha producido una recesión en el sector del packaging. Al tratarse la alimentación de una necesidad primaria, el embalaje se modifica para dar salida a las nuevas expectativas.
En este sentido, el envase ha de realzar las características del producto. Por ejemplo, si no es transparente, se debe sugerir perfectamente la calidad de las frutas o verduras que se venden mediante fotografías o dibujos fidedignos. Por otro lado, la elección de formas y colores del envase ha de generar un efecto óptico que estimule el consumo. Además del tono y la intensidad, hemos de considerar las ideas que se asocian a los colores.
En España, también se ha presentado un revolucionario envase para vender fruta ya pelada y alargar el ciclo de consumo de estas piezas. Las propiedades antivaho de estos embalajes también resultarán fundamentales para aumentar el atractivo y la visibilidad de estos productos naturales. En esta línea, también destacan los recubrimientos vegetales comestibles integrados en el mismo envase. Otras innovaciones sobresalientes, en el apartado de los formatos, son algunos vanguardistas diseños de cartón, como la bandeja ondulada para plátanos o la caja invertida para los tomates cherry.
En resumen, el cliente también compra el embalaje y los proveedores lo saben y se adaptan.